Casa Sabina logra un equilibrio entre memoria y renovación, permitiendo a su dueña generar ingresos sin perder su hogar. La redistribución eficiente del espacio y la integración de un nuevo volumen superior respetaron la escala original de la vivienda, asegurando una transición armónica entre lo existente y lo nuevo. La iluminación natural y las visuales fueron clave para potenciar la calidez de los interiores, mientras que la recuperación de muros de ladrillo y otros materiales aportó textura y carácter a la obra. Más allá de la transformación física, Casa Sabina reinterpreta el valor de la arquitectura como un puente entre la historia y el futuro, adaptando el hogar a una nueva vida sin perder su esencia.